martes, 16 de noviembre de 2021

Aunque llueva fuego | Charla con Beatriz Esteban y aesthetics

Foto de la autora en la que sale sonriendo mientras mira a cámara con un fondo de flores rosa pálido.
Beatriz Esteban Brau (Valencia, 1997) es graduada en Psicología por la Universidad de Valencia y en la actualidad compagina sus estudios de máster con su carrera literaria. En 2017 debutó con Seré frágil (Planeta), que dos años antes había resultado finalista en el Premio Literario Jordi Sierra i Fabra para Jóvenes. En 2018 ganó la segunda convocatoria del Premio Ripley de Ciencia Ficción y Terror con el relato «Niña caducada» (Triskel Ediciones) y publicó Aunque llueva fuego (La Galera). Más tarde publicó Presas (Nocturna, 2019), Las voces del lago (Nocturna, 2020) y Donde no haya niebla (La Galera, 2020). Por último, ha publicado Si vuelve el invierno (La Galera, 2021), un retelling del mito de Hades y Perséfone.

Al principio no tenía muy claro en qué género meteríamos el libro y al final salió en romance, aunque no sé dónde lo meterías tú en realidad.
Voy a empezar con lo del género porque me ha hecho mucha gracia. Digo lo de indefinido porque recuerdo que yo escribí un poco esta historia porque era la historia que me apetecía leer en ese momento y tiene un montón de componentes de todo. Con el tema de los géneros, yo tengo también un cacao y recuerdo que esto lo hablé con mi editora en su día y me dijo que esto sería un crossover. Yo eso lo considero un poco como lo que hace Marvel: meter un montón de personajes de distintos sitios. Pero al parecer era el género que utilizaban para hablar de esa línea fina entre lo juvenil, lo adulto y lo no-sabría-dónde-meterte. Y luego la editora también me dijo que tiene elementos mágicos/paranormales porque está el tema de la telequinesia. Pero es histórica y el realismo mágico, técnicamente, no es esto, por definición… Sería más como fantasía. Es un lío y obviamente tiene su puntillo de romance porque yo soy una romántica empedernida, pero generalmente la gente lo mete más en realismo mágico por el componente ese extraño que tiene. Pero vamos, yo no puedo clasificar porque es un mezcladillo extraño.

¿Cómo se te ocurrió la idea de la telequinesia?
Lo de la telequinesia, si soy sincera ahora mismo, no sé por qué vino. Porque sé que la idea original que llevaba era muy diferente a lo que salió después. Llevaba muchos años en mi cabeza y era una chica francesa, porque me dio por ahí, que huía por algo que había ocurrido y sé que quería meterle un componente mágico. Y no sé, la capacidad para mover objetos con la mente siempre me pareció que podía ser un símil muy bonito de... Podría ser una representación mágica de todo lo que ella sentía por dentro, que es lo que acaba siendo. Y la forma de lidiar con ese don que tenía, pues se parece mucho, por ejemplo, a formas de gestionar la ansiedad, formas de gestionar las emociones… No lo hice a propósito en su día, pero ahora que echo la vista atrás la telequinesia fue un elemento con el que me encanta jugar porque es una manera muy visual de ver cómo está afectando la psique de la protagonista. Entonces un poco por eso, por ese camino fue toda esa parte mágica. Recuerdo que, además, la escritora Alba Quintas fue la primera que me lo mencionó (en la presentación de Madrid), que ella había visto un símil muy fuerte con la salud mental y se preguntaba si era a propósito.

Yo tengo una pregunta un poco personal, así que no hace falta que la respondas si no quieres. ¿Crees que alguno de los personajes de este libro puede estar relacionado o basado en personas de tu entorno? Me causan mucha curiosidad estas cosas porque, al fin y al cabo, se escribe mucho sobre lo que se conoce. 
En esta novela no de forma tan directa. Y digo lo de indirecta porque sí que había algunos aspectos, por ejemplo Jem. Las dinámicas, más bien, entre Arielle y Jem. Sobre todo cuando se están ayudando, cuando lo están pasando mal, el apoyo que supone Jem, que sea un cocinitas... Ese tipo de cosas están muy inspiradas en que yo cuando escribí esta historia, que fue en 2016, tenía muy reciente un período de mi vida bastante oscuro donde descubrí lo que era realmente una relación sana de alguien que te ayudara en mi pareja, y quise meter bastantes guiños. Que no es que el personaje se parezca porque, de hecho, yo me parezco más a Jem y él se parece más a Arielle, en plan las dinámicas, que al contrario, pero sí que quise basarme mucho en las cosas que había visto que él había hecho por mí y me habían ayudado mucho a no sentirme tan culpable conmigo misma por el error que hubiera cometido, a poder perdonarme, a trabajar todo eso… Y hay guiños también como cuando hace referencia a la frase de «no terminas nunca de conocer a nadie». Me hace mucha gracia que se destacara esa frase porque la metí a propósito porque está relacionada con la historia personal también con mi pareja. Y, entonces, eso es lo más parecido que hay a una persona en mi vida que no sería en su totalidad, sería más bien la dinámica de ellos dos.

¿Te documentaste mucho para darle la ambientación francesa? ¿Los escenarios donde se mueve Ari y compañía son de verdad o totalmente inventados?
Pues sí, me documenté bastante en su día. Aprendí cosas súper curiosas, como que en los años cincuenta no había felpudos y tuve que quitarlos en una revisión. Pero, por ejemplo, aunque sí que investigué sobre la época, sobre el lugar no tanto, porque Capelle y... Otras, no me acuerdo del nombre del sitio donde vive ella, es que lo escribí hace un montón. Qué mal. Capelle, Saint Genevieve... Todas estas cosas son ficticias, pero cuando se van a Toulouse sí que pasean por lugares y se mencionan lugares en los que yo he estado en Toulouse y a los que fui a visitar, de hecho, poco después de terminar la novela. Pero donde más estaba el grueso de la documentación era en pequeños detalles de los años cincuenta, sobre todo, y que fueran correctos en ese aspecto.

¿Sabías desde un principio que querías escribir Donde no haya niebla al acabar Aunque llueva fuego o surgió después?
Surgió después, porque estuvo rondando en mi cabeza mucho tiempo... Aunque llueva fuego lo escribí en 2016 y Donde no haya niebla en 2018. Y todo porque pensé que la hija de Arielle, cuando fuera joven, estaría viviendo los 80, y si acababa heredando algo de su madre… Me parecía que podía ser una idea interesante. La primera frase que me vino de esa historia fue un «Lucie, si me estás viendo ahora, cierra los ojos». Y entonces tuve claro que quería escribir también sobre Nessa para poder hacer guiños a lo que había sido del resto.

Aesthetic, 4 fotos. Arriba una máquina de escribir y un tarro lleno de pinceles. Abajo una chica pelirroja y la entrada del internado.
Hecho por Lucía Jiménez Arranz
¡Hablando de Lucie y Nessa! ¿Eres de ese tipo de escritoras que buscan nombres para sus personajes en páginas de bebés?
Pues justo en el caso de ellas dos no. A Nessa la busqué a propósito por su significado, y Lucie vino de decirle a alguien «oye, dime un nombre que te guste en francés».

Cuando quieres escribir algo relacionado con la psicólogía, ¿se te ocurre primero la idea para una historia o el aspecto psicológico concreto sobre el que quieres escribir?
Depende de la historia, pero generalmente me vienen a la cabeza historias. O sea, historias que me gustaría abordar, cosas que me interesan, dinámicas, personajes... Digo mucho que depende de la historia porque obviamente por ejemplo, con Seré frágil, que fue mi primera novela, es muy obvio que ahí quería hablar de trastornos alimentarios y tiene mucho peso la salud mental. En las demás historias está de telón de fondo. Entonces ahí, como está de telón de fondo, suele tener más peso la trama, los personajes… Son la primera chispa de una idea. Pero a mí me gusta mucho trabajar los personajes, y cuando trabajas los personajes, trabajas la humanidad, trabajas las personas. Y la psicología, al final, es el estudio de la humanidad y quieras o no me gusta ahondar mucho en lo que nos hace humanos, en lo que nos hace conectar, y suele tener mucho peso ahí los asuntos relacionados con la salud mental, que no tienen por qué ser siempre problemáticas. En Donde no haya niebla ocurren cosas sociales en la época en la que viven y que obviamente va a tener un impacto psicológico en ellos, y pensé en abordar también esos temas y en Aunque llueva fuego, es obvio que los sucesos que ocurrían iban a tener un impacto en Arielle. Y también quería abordar cómo tratar todo eso, entonces ahí sí que fueron un poco entrelazados. Justo en Aunque llueva fuego está bastante entrelazado, pero normalmente miro a las historias que me apasionan y lo que me suele apasionar de las historias es ese punto de humanidad que compartimos todos y que está tan relacionado con la salud mental.

A mí es que me gustan mucho los libros que te enseñan algo y de lo que he leído tuyo me da la sensación de que tiene ese punto educativo que hace que quiera recomendarlo a personas que les podría venir bien. ¿Tu objetivo era ese? ¿O simplemente querías escribir algo que te gustase?
Este mensaje me parece muy importante en el sentido de que diría ambos. Quiero decir que yo siempre digo que escribo para mí y escribo las historias que a mí me apasionan, que yo necesito escribir, que yo necesitaría leer… Porque muchas de estas historias están relacionadas con momentos en mi vida. Os he comentado antes, por ejemplo, que yo estaba en ese momento pasando por una época en la que tenía que hablar mucho sobre perdonarme, reencontrarme, entenderme mejor, saber quién era yo... Yo era también una Arielle alocada en ese momento con tantos traumitas, pobrecita. Pero utilicé la escritura como una manera de cómo va a sanar mi personaje y cómo puedo hacerlo yo también a través de ella. Entonces luego comprobé, o sea ya había comprobado con Seré frágil y cuando escribía mis novelas y las subía a Wattpad, que una de las cosas que más me ayudaban a sentirme acompañada y que me hacían sentir menos sola era precisamente que esto que me había ayudado a mí atravesar lo que estuviera viviendo, podía ayudar también a otros. Y no siempre va a ser así, yo aquí no soy Santa Teresa ni todo el mundo tiene obviamente la misma experiencia en ningún campo, pero si alguien puede sacar algo alguna vez, eso bueno que me llevo en este sentido porque creo que... Bueno, creo que lo comento, precisamente en Aunque llueva fuego, el impacto que tienen nuestras palabras y nosotros mismos en la vida de las personas como si fuera una cadena de dominó. Podemos crear un gran impacto en personas incluso que no llegamos a conocer y no hay que escribir un libro y publicarlo para eso, pero yo muchas veces pienso que si escribo y tengo esta oportunidad que no todo mundo la tiene de poder llegar a más personas, los mensajes que lleguen sean mensajes verdaderos para mí, que sean mensajes que al menos a mí me han podido ayudar.

Todos los libros que has publicado hasta ahora, aunque muchos tienen su toque de fantasía, pero son más bien de realismo mágico. Quiero decir, que la fantasía que hay es quizás una fantasía más light. Pero ahora Si vuelve el invierno es una fantasía más propia, creo que es en un mundo inventado, los protagonistas creo que no son humanos. Y por lo poco que has contado de «proyecto Zafiro», creo que también me da más vibes a fantasia rollo Si vuelve el invierno. ¿Qué prefieres escribir o se te hace más fácil?
Me he dado cada vez más cuenta de que me encanta la fantasía. Me encanta leerla, me encanta escribirla... Seré frágil y Presas, vale, también me gustan, fueron importantes en el momento en que los escribí porque tiene mucho que ver con vivencias personales, pero a mí lo que me gusta crear siempre tiene ese componente diferente, porque creo que es una herramienta que tenemos muy poderosa para poder hablar de cosas y contar historias. Entonces Si vuelve el invierno también, aunque sí que es verdad que uno de los protagonistas es un dios y que el mundo es inventado, ahí es fantasía muy suave en el sentido de que el peso de la historia sigue estando en los personajes, no tanto en la fantasía. Con Zafiro estoy muy emocionada porque su historia sí que lleva en mi cabeza desde 2018 o así y llevo trabajando un montón el worldbuilding y todo porque me gusta mucho. Entonces sí que aviso de que Si vuelve el invierno, aunque tiene un componente mágico porque la protagonista tiene un don y tiene magia, es una ambientación así muy medievo típica de la fantasía, no tiene tanto peso el worldbuilding como, por ejemplo, en Zafiro, que la estoy escribiendo todavía, la tengo planificada, he escrito tres capítulos, pero estoy muy emocionada y es porque me encanta la fantasía. De hecho, la primera historia que escribí y no terminé, con trece años, era la típica fantasía pura y dura de aventura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario